El papa Francisco, el primer líder latinoamericano de la Iglesia católica romana, ha fallecido, según informó el Vaticano en un comunicado en vídeo este lunes, poniendo fin a un pontificado a menudo turbulento, marcado por profundas divisiones, en el que trató de reformar una institución anclada en el pasado.
El papa Francisco, el primer líder latinoamericano de la Iglesia católica romana, ha fallecido, según informó el Vaticano en un comunicado en vídeo este lunes, poniendo fin a un pontificado a menudo turbulento, marcado por profundas divisiones, en el que trató de reformar una institución anclada en el pasado.
Predicador de una doctrina social de la Iglesia, Jorge Bergoglio siempre fue un feroz crítico del ultraliberalismo y de la globalización desenfrenada.
Vivió bajo la dictadura militar entre 1976 y 1983 -lo que dio lugar a una polémica sobre su actitud durante ese periodo- y se ubicó del lado de los más pobres y dio prioridad a los excluidos, a los que abandonan la escuela y a los que carecen de seguridad social. Estas opciones se reflejaron en su pontificado con el énfasis puesto en la causa de los extranjeros y migrantes indocumentados.
En los años 90, cuando Argentina atravesaba una grave recesión y el presidente Carlos Menem aplicaba una política muy liberal, Jorge Bergoglio le criticó duramente, acusándole de «deshacer cada vez más el tejido social».
Aficionado al fútbol y seguidor de uno de los grandes clubes de la capital, San Lorenzo, siempre fue muy apreciado en su diócesis. Recorrió todo el lugar, tanto en metro como en autobús, durante sus 15 años de ministerio episcopal. «Mi pueblo es pobre y yo soy uno de ellos», dijo en varias ocasiones.
En Buenos Aires, Jorge Bergoglio, que siempre abogó por un estilo de vida sencillo, optó por vivir en un sobrio piso en lugar de en una lujosa mansión a su disposición. También se desplazó en transporte público, rechazando la limusina oficial.
Opuesto a la globalización desenfrenada, declaró en 2009 que la pobreza es «una violación de los Derechos Humanos».
Encarnó una fuerte autoridad moral, hasta el punto de ser la única fuerza de oposición al matrimonio Kirchner -entonces al frente de Argentina-, cuyo autoritarismo denunció constantemente.
Grandes proyectos de reforma
Nombrado, según algunos, para «limpiar» el Vaticano, el papa abrió el espinoso tema de la reforma de la Curia romana -el Gobierno de la Santa Sede- y de su funcionamiento, el de la gestión de los abusos sexuales en la Iglesia, y se posicionó en gran medida a favor de los inmigrantes.
Hasta su llegada, la Curia funcionaba de forma feudal. En 2014, en un duro discurso, el papa Francisco lanzó una campaña destinada a «curar» a la institución de sus 15 enfermedades espirituales («rivalidad», «vanidad», «meditación», «Alzheimer espiritual»…) mediante 12 remedios sugeridos un año después, orientados a la apertura (a los laicos en particular), la igualdad, el trabajo colectivo, la descentralización o la ejemplaridad…
Puso en marcha la reforma e inauguró nuevos ministerios (Familia, Comunicación, Economía). Transformó y saneó la Institución para las Obras de Religión (IOR), el equivalente a un banco vaticano. Se cerró una cuarta parte de sus cuentas, racionalizando así su gobierno económico.
Francisco dio más peso a los laicos, así como a las mujeres, no dudando en nombrarlas al frente de ciertas comisiones o dicasterios.
Otro cambio importante es la rotación de los miembros de la Curia, nombrados por un mandato de cinco años (renovable a petición de la jerarquía). A partir de ahora, las personas llegan al Vaticano para servir a la Iglesia y no para hacer carrera. Se ha reforzado el control del papa sobre la administración.
«Vergüenza» ante los abusos sexuales
Ante los numerosos escándalos de abusos sexuales, que desencadenaron crisis repetidas, Francisco se vio obligado a reaccionar: expresando su «vergüenza», trabajó por un cambio de cultura y la reparación, y no dudó en destituir a algunos cardenales. También apoya el informe Sauvé (2021) sobre la pedocriminalidad en la Iglesia católica francesa.
Si la posición de Jorge Bergoglio sobre las cuestiones sociales ha permanecido invariable a lo largo de su vida, no puede decirse lo mismo de la moral sexual: el hombre que se oponía ferozmente al aborto, al matrimonio homosexual y a la contracepción, moderó su postura una vez convertido en papa.
En 2010, Jorge Bergoglio se opuso enérgicamente a la ley que legalizaba el matrimonio homosexual en Argentina. En aquel momento, la virulencia de sus comentarios sobre la homosexualidad -un «demonio infiltrado en las almas»- escandalizó. También se pronunció en contra del derecho de los transexuales a cambiar de sexo en el registro civil.
Pero una vez convertido en papa, interrogado en julio de 2013 a bordo del avión papal sobre la cuestión de la homosexualidad y el «lobby gay» del Vaticano, Francisco compartió su visión: «Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?».
Al hacer hincapié en «la misericordia y el perdón», el pontífice sugiere un cambio de paradigma en la Iglesia. Pero en 2018, Francisco abogó por psiquiatrizar a los niños con tendencias homosexuales, creando una nueva polémica y obligando a la Santa Sede a dar marcha atrás.
En cuanto a su legado escrito, Francisco ha publicado tres encíclicas, cartas solemnes dirigidas por el papa a los fieles de todo el mundo.
Las encíclicas se consideran los hitos espirituales de un pontificado, ya que señalan el camino a seguir. Tras «Lumen fidei», sobre la fe, en 2013, «Laudato si», publicada en 2015, está dedicada a la salvaguardia de la casa común (es decir, la ecología). En 2020, «Fratelli tutti» se centra en la fraternidad y la amistad social.
Por último, marcado por el arrepentimiento y el perdón pedido, entre otros, a los refugiados rohingya en Bangladesh, por una fuerte empatía hacia los palestinos, el pontificado de Francisco trató de arrojar luz sobre los más débiles y de situar un catolicismo fraterno en el centro de las problemáticas mundiales.